Aquí os traigo la entrevista que Jaime Salom concedió al periódico "La Razón" con motivo del estreno hoy, ocho de junio, en el Teatro de la Zarzuela de la ópera «Yo, Dalí», de la que ha escrito el libreto.
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La foto es de Cristina Bejarano |
–«Yo, Dalí». ¿Quién fue Dalí para usted?
–Un genio contradictorio. Una persona débil que necesitaba la protección de otra.
–Esta ópera trata sobre todo de su relación con Gala. ¿Fue su musa o su rigurosa gobernanta?
–Fue su musa, su gobernanta y su relaciones públicas.
–Dice que la relación fue una rara mezcla de amor y odio...
–Gala siempre estuvo enamorada de Paul Eluard, su primer amante. Y el final fue tormentoso: ya mayor, ofrecía su cama a los marineros de Rosas.
–Y se los llevaba al castillo de Púbol...
–Sí, se encerró allí para recibir a sus amantes y celebrar sus fiestas. A Dalí no le permitía entrar. No lo podía soportar al final.
–¿No aguantaba la debilidad del pintor?
–Dalí nunca fue un hombre en el sentido sexual de la palabra. Fue raro. No creo que hiciera el amor nunca... de la manera habitual.
–Hay quien ha escrito que fue una relación casi pornográfica...
–Fue una relación no convencional. Quizá gracias a que él no era normal, fue un genio. O quizá porque era un genio, no fue normal.
–También hay quien ha visto a Gala como una feminista...
–No podía ver a las demás mujeres. Ella no gritaba ¡mujeres al poder!, sino ¡Gala al poder!
–¿Trata a la pareja con admiración o...?
–Con admiración, sin duda. No les desprecio pese a lo que tienen de despreciable.
–¿Lo más despreciable qué fue, según usted?
–La falta de sinceridad por parte de Gala. Nunca amó a Dalí, sólo amó su talento, su genio como artista. Y su dinero.
–¿Cree que a Dalí le gustaría esta ópera?
–No lo sé. Supongo que sí, por vanidad, por aquello de «que hablen de mí, aunque sea bien».
–Dalí escribía para saber quién era. ¿Al final cree que lo logró?
–No. Fue tan complicado que era imposible que se entendiera.
–Leonardo da Vinci afirmaba: «Yo sirvo a quien me paga». ¿A quién sirvió Dalí?
–A sí mismo, principalmente a su imaginación. Bretón le llamó «Avida dollars», pero la ávida era Gala. Dalí dijo: «El dinero hay que despreciarlo, pero para despreciarlo hay que tenerlo».
–Parece que los que lo tienen le acaban cogiendo cariño...
Esperando y esperando, veo que no haces una crítica de la ópera, así que intentaré hacerla yo.
ResponderEliminarAntes de nada he de reconocer que no soy un experto en ópera, y las que conozco y he visto son todas obras clásicas y algunas de ellas fáciles según los expertos; aun así si puedo decir que en mi opinión la obra empieza floja, la composición se me hizo difícil, no percibí concordancia entre la música y el libreto si a esto le sumo que algunos pasajes, como la discusión en la escena segunda del primer acto, no se corresponden con la biografía de Dalí que conocemos hasta ahora, el resultado es que empiezo con una decepción.
En el segundo acto la ópera va ganando fuerza, o como decía la crítica de La Razón, es una ópera "in crescendo" tanto musicalmente como en la narración. La decepción empieza a desaparecer y se torna en esperanza.
Tras el entreacto empieza el acto tercero, personalmente creo que la mejoría en él notable, a la llegada del cuarto acto mi opinión a cambiado y auqnue no estoy etusiasmado, sí inmerso en la obra.
En cuanto a los personajes, me sorprende ver como Dalí envejece según transcurre la obra y Gala está fantástica de principio a fin; cierto que es la musa, pero tuvo una vejez que no dudo en dejar ver al mundo entero. En cuanto a la relación Dalí-Gala me alegró ver la cruda muestra del amor-odio que se profesaban; lejos del ideal de Gala que transmiten las obras dalinianas, y del amor de la pareja que mantiene el imaginario popular.
He de reconocer que llevar a la ópera la vida de Dalí no tiene que ser tarea fácil, y por tanto es loable por parte de los autores, así como por parte del Teatro de la Zarzuela el poner empeño en estrenar por fin la obra.
Como conclusión solo añadir que "Yo, Dalí" bien podía haberse llamado "Yo, Gala" pues como bien señala el autor la obra transcurre bajo el punto de vista de Gala, y esto queda patente.