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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Triangulo dalidiano III – Teatro Museo Dalí


Surrealismo puro en el museo. Huevos alrededor del tejado, panes en la fachada, figuras doradas en varias posiciones y una obra formada por un cabezudo una televisión y huevos...siempre huevos. Esta es la carta de presentación del museo.
Fue el primero que visitamos y por ello los sentimientos  y emociones eran fuertes y novedosos. En el hall de entada se puede empezar a observar el mundo dalidiano que el pintor puso en escena. Carteles de exposiciones a montones lo cubren. Cuando entras en el patio el “Cadillac lluvioso” obra del artista, preside el centro acompañado por una estatua de mujer de proporciones propias de las obras de Dalí. Es como estar en un patio que está situado dentro de su cabeza. Tienes la sensación de que todo lo que hay ahí está por algo y transmite algo, aunque a veces no sepas qué. En el interior el decorado de la película “Laberinto”, otras obras curiosas y el cuadro de Abraham Lincoln famoso por su doble composición. Al igual que hice en las otras dos entradas no voy a describir el museo sino mi visión personal. También destaca la colección de joyas diseñadas por Dalí. Hay diseños realmente bonitos y por supuesto originales.

Del museo me quedo con dos cosas; la sala de los tesoros en la que puedes ver obras muy conocidas del pintor, entre otras sorprende las diminutas dimensiones de “El espectro del sex-appel”. La otra, la tumba de Salvador Dalí i Domènech, emocionante y triste para que nos vamos a engañar, parece cercano el 23 de enero del  89. “…cuando se es un genio no tenemos derecho a morirnos”

martes, 28 de diciembre de 2010

Triángulo dalidiano II – Castillo de Púbol

Hace casi dos meses que no escribo pero es que se me acumula los asuntos. Trabajo, casa, montaje de bodas (gracias Edu) y algún que otro torneo de los que hablaré en las siguientes entradas, apenas me dejan tiempo para el blog.
En esta segunda entrada sobre el triángulo dalidiano voy a escribir sobre el Castillo de Púbol.
El castillo está situado en la localidad que le da nombre. Está lejos de Figueres y Portlligat y tal vez por esta razón me dio la sensación de que al alejarnos físicamente perdíamos la atmosfera dalidiana que vivíamos cuando visitamos los otros dos museos.
Al llegar no llovía por lo que pudimos entrar en el castillo admirando la zona en la que está ubicado. Al igual que en la entrada sobre Portlligat no voy a hablar detalladamente del museo y si de las impresiones y sensaciones que me transmitió. Para saber más sobre el castillo hay que visitarlo y contribuir económicamente al mantenimiento de la Fundación, es decir, pagar.
La primera sala una vez atravesado el patio y subido las escaleras es un gran salón adornado con varios objetos típicos de Dalí, entre ellos un famoso sillón flanqueado por dos leones. Hay que decir que así como la casa de Portlligat resulta cálida y familiar el castillo transmite frialdad. Este salón del que estoy hablando es enorme y bastante desnudo para lo que el pintor nos tiene acostumbrado. Hay que decir que el castillo no era de Dalí si no que es un regalo que este le hizo a su mujer.  Gala siempre quiso tener un castillo y al igual que otros caprichos Dalí accedió a complacerla. Recordaré la fotografía de Gala en la que Dalí le pinta en la frente la frase “Tête á Château” (una cabeza como un castillo) debido a su obsesión por poseer uno. Quizá esta es la razón de que el castillo parezca frio y no me transmitiera calidez.
Después de ver los dormitorios de Dalí y Gala (cada uno tenía el suyo) destacaré la situación de la bañera del dormitorio de Gala. Encastrada en una pared tiene una forma muy curiosa y resulta realmente bonita.
Para no alargarme destaco también el otro salón en el cual lo más destacable es el cuadro de grandes dimensiones y que apenas se puede ver con detalle ya que entre el cristal por el que está protegido y la poca distancia que puedes tomar para verlo se hace difícil observarlo con tranquilidad. O si no que se lo preguntes a algún visitante que casi se estampa contra los muebles (jeje). Por último no dejéis de visitar   el Cadillac que está en la cochera. También es muy relajante pasear por el jardín y ver los elefantes-fuente diseñados por Dalí y con una altura considerable (y que nosotros no vimos tranquilamente ya que ahí sí que estaba diluviando).
Un saludo.